Pareciera que nos dan una orden -que seguro del Cielo no viene- conforme a la cual, ante cada atropello, delito u horror del régimen y su dueño, nos imponen “deja pasar ésa”, cálatela, no digas nada o, en todo caso, que tu protesta no pase de saludo a la bandera. Ya basta. El bravo pueblo -al cual le cantamos gloria- debe hacerse sentir, levantar la voz y tomar la calle
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